Parashat Miketz 10-5768
Parasháh: B’reshit 41:1-44:17
Haftaráh: Melajim Alef (1 Reyes) 3:15 -4:1
Brit HaDashah: Hechos 7:9-16
Sorprendente es para los que estudiamos la Torah, (no para los que leen la Biblia), la profundidad de los relatos de esta semana que nos reiteran sobre el tema de los sueños cumplidos de Yosef, ahora cuando sus hermanos se presentan ante él, para suplicar les sea vendida comida para sus familias en Kenaan, junto a Yaakov su padre.
Es sabido que si la Torah comenta o relata algo, debe ser de suma importancia la cosa (término bíblico de, «el asunto» o «el tema») que es tratado para el Eterno, Quien es El que ha determinado que eso sea incluido en la Palabra Sagrada, entendiéndose por la Palabra de Di-s, los cinco primeros libros de las Biblias, el Pentateuco o Jumash, es decir la Torah.
«Y se acordó Yosef de los sueños que había soñado a cerca de ellos…» Bereshit 42,9
Cuando Yosef recuerda sus sueños, realmente los está evocando y como lo evoca, los activa. En días pasados alguien me preguntó, cómo es que Hashem «recordó» tal o cual cosa, como dice la Torah? Esto da a entender que Hashem (Jas Veshalom!) tuviera características humanas y en algún momento se hubiera olvidado de algo. Claro está que esto es imposible de concebir. El término recordar (según el contexto) implica evocar o activar algo, lo que implica que si Hashem «recuerda», lo que realmente está haciendo es activando un pacto, una promesa o un palabra suya, que dijo tiempo atrás que haría o cumpliría.
En el mismo sentido estructural bíblico, Yosef recuerda los sueños con sus hermanos, y con ello los activa, y ve su cumplimiento. No sólo ello, sino que empieza a cumplirse su desarrollo, pues hasta que ellos no se postran ante él, ahora como virrey de Mitzrayim, no se inicia realmente, luego de unos 20 años, lo que en aquel tiempo soñó.
Este tema, y debo ser reiterativo en el ello, si está narrado o comentado por el Eterno en Su Palabra, el tema de los sueños, debe tener importancia y debe ser motivo de estudio. Así pues, es necesario saber que los sueños, como comenté en días pasados son de dos tipos, psicológicos y proféticos. El primero proviene de los pensamientos, problemas, deseos, que el hombre mantiene en su mente, durante el día o en la noche, antes de acostarse y que producen en él, imágenes y sueños que él mismo ha creado.
El sueño profético, es dado por los Cielos, que, aunque es Hashem El que los produce o provee, junto a sus malajim permitirá que se cumplan o no en la vida del «soñador». Si los sueños son interpretados sin intervención Divina, estos pueden tomar un mal camino y producir un daño terrible e irreversible, y como comenté (casi que ordené) en la Kehilah en el Shabat pasado, no deben dejar que cualquiera «interprete» sus sueños, mucho menos deben estar creyendo en libros de gentiles que escriben sobre símbolos y sus interpretaciones o numerologías de los sueños, pura basura! Este es un tema muy delicado para ser tomado a la ligera. La interpretación viene de Hashem, amén?, así como las visiones que el hombre con sabiduría sabrá interpretar por estar apegado a la Torah y al temor a Hashem.
Para muchos será una sorpresa saber hoy que los sueños, al ser emanados de arriba, el que los recibe puede activarlos o no, y darle cumplimiento, y al evocarlos, pues no siempre se cumplen inmediatamente, a veces se tardan años en que se den, y uno no sabe cuándo será, entonces uno mismo, a quien ha sido dado el sueño, lo activará para que se cumpla, y arriba (de donde vino el sueño), harán las «tareas» y «actividades» necesarias para garantizar que ese sueño se cumpla y se desarrolle.
Esto es lo que ha llegado a pasar con Yosef. Sus propios hermanos y el padre lo interpretaron y le dieron cumplimiento. Pasó el tiempo, Yosef pagó por varios años sus faltas y luego de ello, al llegar sus hermanos a su presencia, los sueños se reactivaron para sus total cumplimiento y desarrollo. Esto nos lo enseña la Torah (Bendito Sea Hashem).
Es por ello que un hombre deberá anotar o recordar sus sueños buenos, pues en el momento en que los elementos (como piezas de un rompecabezas) se den favorables, el hombre o mujer que soñó la cosa aquella que Hashem envió en sueño o visión, se pueda cumplir cuando lo recuerde. Cuando esto es olvidado, entonces «arriba» también es olvidado, lo que quiere decir que si alguien no le da importancia, y eso es lo que se entiende, cuando la persona olvida una visión o sueño, a un sueño, entonces los emisarios de Hashem, los malajim del Eterno, también «olvidarán», dejarán las cosas como están pues el mortal, menospreció lo que HaKadosh Baruj Hu, le envió tiempo atrás para su bendición o provisión en sueño o visión.
Como es abajo es arriba y viceversa. Un sueño que no ha sido interpretado es como una carta que se le envía a alguien, llega y no es leída. El suceso (la cosa) se dará, pero la persona está agenda al evento, pues nunca se dio por enterado y por lo tanto, no se siente parte íntegra del evento, por lo que puede quedar fuera de las bendiciones en las cuales pudo haber participado y ni lo hizo por el descuido del olvido o la falta de sabiduría de Torah para interpretar el sueño de Hashem.
Es interesante como el libro de Kohelet (Eclesiastes) 5,2 habla de la abundancia de cosas que el hombre, con sus pensamientos agrega a los sueños, y cómo el hombre necio (el que habla de más o demasiado), le agrega al sueño lo que el sueño mismo no posee. Por ello es necesario que no sea tomado a la ligeera el tema del sueño, ni por el soñador ni por aquel que no vive ni tiene la Torah, que cree poder interpretar lo que sólo por vía Divina puede ser interpretado o aclarado, pues sólo Verdad es revelado a los Tzadikim (los justos, los que guardan la Torah).
Una de las tareas del rabino, no sólo es decodificar la Torah a un lenguaje más simple, sino enseñarla para que cada quien la pueda aplicar en su vida diaria, como una especia de forma de vida que Hashem tiene a bien darnos a cada unos, para que nos vaya bien. Vivir la Torah es muy diferente que, leer la Torah. Una de las reglas más grandes de fe, terrenalmente, es creer y no dudar de las enseñanzas del maestro (rabino) que Hashem nos ha puesto en nuestras comunidades. Y por ello el pueblo de Israel, El Pueblo del Libro (Han HaSefer), ha podido cada vez más disfrutar de la sabiduría Eterna que nos ha sido legada por miles de años, antes que aparecieran otras religiones que apenas están comenzando a gatear, cuando ya el judaísmo, ha estado corriendo tras los pasos de Mashiaj y la redención final de Su Pueblo. Baruj Hashem!
Muchas personas, y seguramente entre los que nos leen deben haber varios, han llegado a soñar, pero no sueños psicológicos ni proféticos, sino de esos que se sueñan despiertos.
Muchas veces nos vemos en situaciones en las que llegamos a pensar o soñar – si tal cosa pasara- , – si viniera fulano-. Y nos quedamos con esa esperanza ahí guardada, con un ilusión de que tal cosa pase o suceda. Hay veces que la gente se ve envuelta en situaciones en las que pareciera que no les queda esperanzas, y como aquel programa de televisión mexicano, el personaje clama – y ahora quién podrá ayudarme?-, sin más salta el fulano héroe, con una torpe presentación a salvar, sin saber cómo lo hizo, la situación para la cual fue llamado.
En situaciones como las de Yosef, y que seguramente muchos han vivido, que sus hermanos le venden, que es comprado, que cae en prisión y que luego el compañero de carcel se le olvida recomendarlo ante el Paróh (Faraón), sin dudas no podemos esperar un final feliz en esa historia.
El hombre que no tiene puesta sus esperanzas en Hashem, sólo se conformará con esperar que el final feliz sólo se dará en el sueño que tuvo despierto, producto de su deseo, frustración y falta de fe. Sólo así podrá vivir un final feliz, en su sueño, en su imaginación.
Pero cuando realmente estamos parados firmes en Hashem y en la Sabiduría infinita de la Torah, en la comprensión que Hashem le ha dado a Su Pueblo de los secretos que ella oculta para el hombre común, hay siempre una esperanza y ahí mis amigos, no esperaremos improvisaciones, no esperaremos torpezas, no esperaremos caídas o apariciones por la ventanas o detrás de un sillón. Cuando estamos afianzados en la Roca de nuestra esperanza, sólo será Hashem, el que podrá defendernos y sólo El podrá llevarse la Victoria de la Guerra que hemos estado librando y que perdimos la esperanza de llegar a un final feliz.
En un oscuro calabozo, no tendremos esperanza alguna de presentarnos ante el Rey de Egipto. Eso sería algo imposible en la tiniebla y en la tristeza en la que nos encontremos de aceptar o concebir.
El mundo gira de tal manera, que ahora, la mujer que intentó seducir a Yosef, a quien echó a la cárcel, ahora le entrega su propia hija al «esclavo hebreo», ese que trató de humillar y que ahora, tanto ella como su marido como todo Egipto, ha tenido que reconocer que el esclavo se a vuelto amo y el amo, subdito del que fuera tratado como esclavo. Los roles cambian, la vida gira, los sueños se hacen realidad, pero sólo falta algo. Fe, esperanza y dedicación a hacer las cosas correctas en Hashem. El temor a Hashem y el apego a los que había aprendido en 17 años junto a su padre antes de ser vendido, hicieron de él un hombre que aún en la cárcel fue llegado a prosperar por el Eterno.
La gente se lamenta por su situación, llora y gime, hace ayunos, pida ayuda a otros, y mientras sufre, ha estado siendo provisto con comida, y ropa y vivienda por Hashem. Cree que El le abandonó, pero nunca fue así.
El hombre espera siempre un final feliz, pero en Hashem todos los finales son felices, incluso en la propia muerte.
Shabat Shalom,
Rabino Janoj ben Abraham
Kehilah Sefardí Beit El Jai
Santo Domingo, Republica Dominicana
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